Desde la
Reconquista, llevada a cabo por los Reyes Católicos, se viene
celebrando la exaltación de la Vera Cruz, por la que los cristianos
hacían sus cruces con elementos religiosos, a las que se van
incorporando otros de carácter profano por parte de los convertidos
al cristianismo, debido a su desconocimiento de estas costumbres
religiosas.
La Cruz en Torrox, celebrada el 3 de mayo, es especialmente
característica, ya que se trata de una serie de altares escalonados
en número impar que se alza en forma de pirámide.
En el altar más alto se coloca el símbolo más importante de la Cruz,
un crucifijo con un espejo detrás. En el suelo se coloca mastranto,
planta aromática que se encuentra en las zonas húmedas del pueblo, y
encima se colocan unas ofrendas de frutos del tiempo, flores,
muñecos y un pero (el pecado de eva) con unas tijeras (la medida
perfecta del compás) clavadas; aunque existe la creencia de que las
tijeras clavadas en el pero es para que aquella persona que le ponga
falta a la Cruz se le corte la lengua. En los laterales de los
altares se colocan jarrones de flores en los que siempre van
claveles blancos, y su alrededor va flanqueado por gran cantidad de
frondosas macetas.

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TRADICIÓN ANDALUZA
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